lunes, 29 de septiembre de 2025

De recompensas y sacrificios

 


20/09/25 

Pues llega el sábado y solo estamos cinco.

- ¿Y el champán? Si os dije que trajerais.

- Ya, como cuando íbamos a unir el Morterón de Cellagua, ¿no?

- Claro. Y unimos.

- Sí. 8 años después del día que llevaste el champán. Y nos lo bebimos. Y estaba malo. Y acabamos con diarrea, gilipollas.

- Joer, si solo nos centramos en lo negativo…

Así que tras un café donde Willy (que nos sugiere hacer desaparecer a algún cliente molesto en alguna torca; no concretamos precio, lo dejamos para otro día), vamos para Astrana. Descargamos las mochilas del maletero, y para arriba. Los demás van muy rápido; no sé si es por la motivación o para no oírme el enésimo sermón sobre las virtudes de las prospecciones… 

Llegamos a la sima y para adentro. Zape, Cristóbal y Marta van en cabeza, mientras Gelo y yo hacemos la topo (bueno, la hace Gelo: yo pongo la mano en alguna piedra, que lo mío es el trabajo especializado). Tras reinstalar el primer resalte (el otro día apuramos un poco), aprovechamos para revisar. Marta nos dice que tras una pequeña escalada a la derecha hay otra galería. Nos ha dejado una cuerda puesta, así que aprovechamos para topografiarla: va cogiendo dimensiones, y llegamos hasta la base de una escalada que, por hoy, nos detiene. A la derecha, trepo a una ventana y por allí también sigue.

Continuamos hacia el meollo, revisando otra galería muy peculiar, pues parece ser ascendente, pero con dirección Sur, algo que rompe la tónica de toda esta zona. Un sifón interrumpe la galería, y no parece que vayamos a ir muy lejos por ahí.

 

 



 

De vuelta en la gran sala, nos dirigimos al pozo. Zape se ha quedado sin cuerda (cómo le gustan las combas largas) y le acercamos las que llevamos. El pozo baja más de los 40 que le calculamos el otro día (unos 65), y es mucho más amplio.

-          - Joder, esto no parece la Maza. La chimenea por la que pasamos camino a la punta es más pequeña.

-         - Buffff...

Nuestra confianza cae varios enteros: yo ya me veo arrastrándome hacia el sur por kilómetros de laminadores estrechos sobre arenisca, y Gelo ve una estrechez en la que se acabará la exploración. Además, Zape -manirroto que es- dice que andamos justos de cuerdas. A que nos tenemos que salir, cagonlaputa. Finalmente apura, y con un pequeño roce baja la última tirada de unos 15 metros, hasta la base…

-          -  ¡Veo cuerdas! ¡¡Unimos!!

Menos mal. Ahora sí. Ahora ya me puedo poner MUY pesado. Sermón 317 sobre las virtudes de la prospección en camino. Non stop.

Para tenerme callado un rato, deciden comer en la base de la chimenea, que ciertamente es muy amplia (será que el otro día íbamos ya tostados por acá y no mirábamos más que la punta de las botas). Comemos en un rato, y decidimos ir hasta la punta norte de la Maza, aprovechando para dejar bien alguna zona un poco precaria de la instalación. 

Tras un buen rato, llegamos a la punta. Gelo comienza la topo, continuando en la gran rampa fósil donde lo habíamos dejado la última vez. Allí, aparecen un par de galerías pequeñas, y una más amplia que parece que baja. La siguen hasta una sala caótica, en la que los bloques impiden la continuación. Es todo tan inestable que no parece haber posibilidad ninguna, ni siquiera escalando (no hay nada estable en lo que instalar).

De mientras, me he ido por una galería pequeña, arenosa, que se retuerce continuamente. Veo restos de excrementos de animales, y lo que parece ser una cola (de ardilla o de lirón). El aire es evidente. Llego hasta un lugar en el que la arena casi colmata la galería; boca abajo, consigo meter la cabeza y veo que sigue: el aire viene de aquí.

Vuelvo para atrás, y Marta se viene conmigo. Ella revisa otras estrecheces laterales, mientras yo quito arena. Al de un rato, logro pasar. Una rampa ascendente me deja en una pequeña salita, en la que el aire parece dividirse: una parte va hacia arriba (luego lo comprueba Marta echando talco), y otra parte se va entre bloques. Tras los bloques comienza una galería de pequeñas dimensiones. La sigo un rato (unos 80 metros), pero ya es tarde, por lo que dejo un jito y me doy la vuelta.

Nos encontramos con Gelo, que ha comenzado a topografiar esta parte. Dada la hora, decidimos dejarlo para otro día, y vamos poco a poco hacia la calle. 

 

Marta aprovecha para sacar unas cuantas fotos en el pozo de 65; aunque nos tiene un buen rato haciendo el indio, la espera merece la pena (no hay más que ver las fotos). Finalmente, pasadas las diez de la noche, salimos a la calle…lloviendo (cómo no).

 


Ahora sí. Ahora exijo parabienes, loas, alabanzas, algún sacrificio humano (un niño estaría bien; de 1º de la ESO, preferiblemente). Gelo me da una gominola. Bueno, también me vale…

De camino al coche vamos haciendo cábalas sobre dónde pueden ir las nuevas galerías. Ciertamente, no tienen una pinta espectacular. Pero la corriente de aire es fuerte, y mientras hay torca, hay esperanza. Por de pronto, hemos logrado la entrada número 23 (creo) del Sistema del Mortillano, que ya supera los 147 kilómetros. Menos da una piedra (caliza).

Fotos galerías: Gelo.

Fotos pozo: Marta Candel. 

sábado, 20 de septiembre de 2025

Rectoscopias

 


(13/09/25)

 Para muchos espeleólogos, las prospecciones son como las rectoscopias: algo desagradable que hay que hacer por si aparece algo. A otros, sin embargo, nos gustan. Las prospecciones, no las rectoscopias (bueno…). Así que el sábado, con la excusa de que ando medio lesionado, dejo que los plebeyos (es que sigo mucho al subnormal de Llados, bro) vayan a mover material a Rubicera, mientras Cristina y yo vamos en el Masserati Golf a prospectar por encima de las últimas galerías que hemos encontrado en la sima de la Maza. Hay niveles, bro.

Es una zona con abundante vegetación, por la que ya han pasado franceses, madrileños, ramaliegos y un señor de Valladolid, sin haber encontrado ni la aguja, ni el pajar. Ahora, helechos (y las consabidas garrapatas), los que quieras. Pero vamos, que no estoy para darme muchas turras de 20 horas como la de hace un mes, que tengo unos años. A Dios pongo por testigo de que jamás volveré a pasar hambre. O algo así. Así que para allá vamos, situándonos en el extremo norte de las galerías encontradas recientemente, y barriendo el terreno, a ver qué sale.

 







Pues no sale nada, claro. Alguna de las surgencias y sumideros que ya teníamos catalogados en esta zona un tanto caótica, donde finos estratos de arenisca se mezclan con lentejones calizos, de tal manera que nada parece profundizar. Al de un rato, Cristina se va a mirar unos afloramientos calizos más al Oeste, y yo me voy a una vaguada que rompe un poco la dirección de las demás. Allí encuentro un par de grietas que ya habíamos localizado hace casi una década, con un poco de aire, pero nada muy claro. Hoy, el sur que hace no ayuda a determinar si hay una corriente clara o no.

Al sur de la vaguada me acerco a otra grieta que ya revisamos tiempo atrás. Lamentablemente, no parece haberse ampliado. En su extremo Oeste es muy estrecha; en el otro lado, un montón de bloques la tapían. Tiro un par de piedras: nada. Pero, al moverme en la estrechez, tiro un par de chinas (de hachís no), y una cae unos 4 metros. No suena mal. Al lío. Me pongo a quitar bloques hasta que destapo una parte de la grieta por la que puedo colar piedras del tamaño de un par de puños: suena amplio, aunque no hay ángulo para ver nada. Sigo quitando bloques hasta que, metido boca abajo en la grieta, ya no puedo más. Toca dejarlo y volver otro día.

Al llegar a casa, lo pongo en el grupo de Whatsapp. Lo voy a petar. Nada, ni uno contesta. Claro, están en Rubicera. Mañana, cuando lo lean, todo van a ser parabienes y felicitaciones, ya verás.

Ni uno. Que no comenta ni uno. Que me han dejado en leído, hostia. ¿Qué pasa, que porque los 100 últimos agujeros que he encontrado han sido putiferios infectos, éste también lo va a ser? Que no, hombre, que no… Pero si está a 20 metros de galerías conocidas, y a los mismos metros en cota. Que me lo quitan de las manos…

 

(15/09/25)

Finalmente, y como el lunes es fiesta, Gelo se apiada de mí y nos dirigimos al torco (él, más resignado que convencido). Con la excusa de que sigo lesionado, dejo que Gelo haga todo el trabajo. Consigue mover los bloques, que se precipitan hacia el fondo… y vemos un P.5 que da a una salita de cierto tamaño. Gelo baja, y desaparece de la zona iluminada por el sol. Al de unos minutos oigo: “¡Bájate todo!” Así que para allá voy, con la otra cuerda que -optimista- he traído.

La salita casi se colmata completamente, pero un paso entre bloques en uno de sus extremos permite acceder a una rampa descendente inestable, que nos deja en la cabecera de otra rampa sobre lo que parece ser una galería. No hay mucha cuerda, así que Gelo apura un poco la instalación… y para abajo.

La galería parece desarrollarse sobre un estrato de arenisca negro igual que por el que avanzamos en la Maza. ¿Estaremos ya a esa cota? Hemos bajado unos 20 metros, y si la topo está bien, deberíamos estar allí. La galería parece ir hacia el Sur, siguiendo la pendiente del estrato. En el techo también apreciamos arenisca: la galería se ha desarrollado entre un pequeño paquete de calizas, un sandwich. La morfología nos recuerda mucho a Mortero del Crucero. Pero, poco a poco, la galería se va ampliando, excavada en unas margas hojosas muy deleznables.  Seguimos bajando emocionados, esperando dar a algo conocido en breve. Sin embargo, acabamos en una amplia sala muy negra, a la que llega otro pequeño aporte… que se desfonda en un enorme pozo de más de 40 metros. No hay material para continuar, así que salimos revisando alguna pequeña galería lateral, y teorizando sobre dónde podría dar el pozo. Hay dos opciones: o sigue hacia el sur (y no uniremos con la Maza), o este pozo es una gran chimenea que había en el penoso río negro que remontamos hace unas semanas. No hemos traído material de topo (tan optimistas no éramos), así que tocará esperar para salir de dudas.

Salimos a la calle contentos. Las nubes se ciernen sobre nosotros, y las primeras gotas nos caen al llegar al coche. El sábado, acá volveremos, con cuerda, material de topo e ilusión. Y es que a veces las rectoscopias salvan vidas. Y a veces las prospecciones salvan meniscos. Claro que, la mayoría de las veces, solo contribuyen a desgastarlos más...

 

miércoles, 17 de septiembre de 2025

Mudanza en Rubicera

                                         13 de Septiembre de 2025

Hemos vuelto de las campañas de verano en Picos y este sábado buscamos de nuevo un agujero donde meternos en la comarca.

Para variar de los interminables trabajos de quitar piedras, decidimos ir a la siempre acogedora cueva de Rubicera, donde tenemos un depósito con material de vivac pendiente de mover desde hace tiempo.

Foto Marta

Es mucho bulto con sacos y esterillas, además de bajilla, hornillos y cuerda, por lo que necesitaremos bastantes sacas para moverlo y cuantos más seamos, mejor. Pero solo estamos cuatro.

Finalmente se une Patxi, que a pesar de estar de fiesta hasta las 4 de la mañana, aparece casi puntual a la cita en el club a las 9:30 de la mañana.

Cogemos mas sacas y tomamos café en el Cantabria, donde algunos aprovechan para comprar unos pinchos para el camino. Salimos para Ason y llegamos a la zona de aparcamiento sobre las 11:00, con un día un poco nublado pero con buena temperatura.

El camino hasta la boca siempre espectacular con sus cornisas y paredes, siempre nos motiva.

En la última canal cerca de la boca vemos que alguien ha equipado una cuerda nueva y tras equiparnos, estamos entrando sobre las 12:00. Le vamos explicando a Patxi un poco lo que la cueva esconde ya que no ha estado nunca en estos parajes.

En el paso entre bloques encontramos una cuerda equipada, no sabemos muy bien para que, suponemos que alguien que ha hecho o hará la travesía, lo malo es que han fijado la cuerda a dos anclajes que pusimos hace tiempo, para asegurar un bloque inestable y que conectamos con un trazo de cuerda. Colgarse de ese bloque es un peligro y puede producir un derrumbe, por lo que soltamos la cuerda y volvemos a asegurar el bloque, dejando la cuerda en la base de la estrechez.

Foto Marta


Avanzamos por las galerías con la agilidad que da la costumbre y pronto estamos en el pozo del Chocolate, donde de nuevo vemos que hay otra cuerda instalada, lo que confirma la idea de que alguien ha preparado la travesía, con salida por Rubicera suponemos.

Foto Marta

Le mostramos a Patxi algunas de las bellezas de la cueva y Marta aprovecha para hacer unas bonitas fotos a pesar de la poca voluntad de los maniquís.

Bajamos al río que no lleva mucha agua, lo que no le quita belleza a esta zona. Cruzamos gours y pequeños pasamanos que montamos hace años para no mojarnos.

Foto Marta

Sobre las 14:00 estamos en la galería de la Cerradura donde se almacena el material. Vamos al final de la galería donde tenemos todavía instalada una cuerda que baja a una gran sala.

Mandamos a Patxi a desequipar, que para eso es el infante del grupo y volvemos disfrutando de la vista de esta bonita galería por última vez.. o eso pensamos que en este mundo nunca se sabe.

Comemos junto al material y cargamos las sacas, tratando de meter todo en las 9 sacas y un gran saco con esterillas. Parecemos una banda de vagabundos sin patria.

Foto Marta

La vuelta por el río con dos sacas por cabeza se hace pesada, pero no tanto como en la zona estrecha del Chocolate, donde se enganchan en todos lados y exigen paciencia.

Foto Marta

Subir el pozo bien cargados también nos hace resoplar y nos reunimos en lo alto para coger aire y seguir charlando. Es una de las cosas buenas de esta cueva, ya que la marcha por las galerías permite ir agrupados, hablar y ver las cosas juntos.

Foto Marta
Foto Marta
Foto Marta

Dejamos las sacas en un cruce y vamos a reconocer la zona y hacer algo de poligonal para tener una idea clara de donde estamos en este laberinto. Acabamos saliendo a la sala de la Teta, tras pasar una estrechez, cerramos la poligonal y volvemos a buscar las pesadas sacas, que transportamos hasta el punto donde pensamos establecer otro depósito, en previsión de montar un vivac que nos permita seguir revisando esta cavidad.

Foto Marta
Es la hora de salir al exterior, pero lo hacemos por otra ruta distinta para ver más opciones de revisión y de paso contemplar unos estratos llenos de fósiles de corales, que demuestran el origen marino de estas calizas.

Foto Marta
Foto Marta
Foto Marta

Salimos de las estrecheces y remontamos a la galería de entrada con una buena sudada. Parada para recuperar y la recta final hasta la boca, que nos recibe con un bonito atardecer.

Foto Marta
Foto Marta



Foto Marta
Foto Marta

Hacemos las fotos de rigor en la boca y emprendemos el camino de vuelta remontando las canales y cruzando las cornisas, para llegar al coche sobre las 21:00.

Foto Marta
Ya solo nos queda recuperar fuerza en el restaurante de Margari con un cabrito o un buen cocido en el caso de Patxi, al que parece que la cueva le ha dado hambre.

Terminamos el día en el concierto que hay organizado en Ramales, donde encontramos a amigos que llevan varias horas ya de fiesta.

Ha sido un día más de mudanza en Rubicera para nosotros y de descubrimiento de esta belleza para Patxi.